Por Estela Valdés

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 En el trascurso de la vida, nos cruzamos con  muchas personas,  desde la escuela, el colegio, la facultad, el ambiente laboral, el barrio, alguna nueva ciudad o país que de pronto nos toca visitar o vivir, pero solo unas pocas dejan marcas y provocan una sonrisa y sentimiento de cariño al recordarlas.

Son personas que nos tocaron el alma, con las que pasamos bien, capaces de sacar lo bueno que tenemos dentro y que te hacen sentir como en casa, como cuando llegas después de un largo día y tiras los zapatos, te calzas unas zapatillas cómodas, te pones esa remera dos talles más grande, tomas el control de la tele, con tu bebida preferida  y te olvidas de todo lo que te molesto en el transcurso del día.

Esos son los amigos, personas que te hacen sentir bien, y punto;  sin muchas vueltas ni frases gastadas, como “es aquel que se encuentra cerca cuando todos se alejan”, expresarle esto a alguien,  es en  definitiva otra manera de manifestar que no te inspira nada en lo absoluto y, no tenés nada que decirle.

Los amigos son la inspiración propiamente, no una frase, son las personas que nos hacen sentir bien, saben cuando callarse, cuando hacerte reír, cuando escuchar tus desahogos y en qué momento decirte lo que necesitas escuchar.

No hay manera de describir o definir, porque el amigo es un sentimiento que alguien más despierta en cada uno.

Es la sonrisa espontanea, la mirada cómplice, el silencio oportuno y por sobre todas las cosas, las carcajadas que te roban el aire

Resumiendo y sin decir más: Es estar bien, bien con la vida, con los mejores momentos, esa parte nuestra que vive en otra persona.