Babel

May 3, 2016

Por Estela Valdés

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No es necesario hacer ruido, para  llamar la atención. Como tampoco se expresan las ideas o pensamientos hablando demasiado o gritando.

El ruido molesta, marea, se filtra y se desecha. Los mensajes llegan y quedan. Todos tienen la libertad de expresar, de decir lo que piensan o sienten, especialmente cuando se tiene algo que exponer, no es cuestión de hablar solamente.

Asimismo la libertad de prensa, que está prevista para ofrecer las garantías para que los ciudadanos tengan el derecho de organizarse, y que tanto la edición de medios de comunicación, como sus contenidos no estén controlados ni censurados por los poderes del Estado. Y todo varón o mujer puede publicar sus ideas libremente y sin censura previa.

La libertad de expresión, es un derecho fundamental, un derecho humano. Pero este derecho no nos da la libertad de perjudicar, agredir o avasallar a nadie.

No obstante, se debe considerar que las libertades que tenemos terminan donde empiezan la de los demás. No vivimos solos, compartimos un planeta y estamos todos conectados a través de las redes sociales, pero no precisamente comunicados.

Estar conectado no es lo mismo que estar comunicado, la diferencia está en que la primera hace referencia a un hecho tecnológico, y lo segundo es una experiencia humana fundamental.

Es tan importante tener claridad conceptual, y entender los alcances de las expresiones; de la semántica, del significado de las palabras para que de verdad podamos comunicarnos, sin que existan “ruidos”.

Es el fin que perseguimos todos: comunicados avanzamos, aprendemos, crecemos, dejamos de ser del todo ignorantes, acordamos como actuar, entendemos lo que queremos lograr.

Los seres humanos nos entendemos dialogando, jamás peleando, o gritando. Esa es la libertad, la de alcanzar nuestras metas como seres humanos en libre y limpia comunicación.