El 16 de agosto se conmemora en el Paraguay el Día del Niño en homenaje al combate de Acosta Ñú. Ese día de 1869, en las últimas acciones de la Guerra del Paraguay, miles de criaturas, disfrazadas de soldados, fueron asesinadas por el ejército brasileño. Un drama que quedó marcado a fuego en la historia de ese país.

Hoy el lugar de la tragedia es un descampado con una vieja cruz de madera y ninguna señalización. Aunque todos saben lo que allí ocurrió, porque hasta algunos años atrás había procesiones que terminaban en ese sitio, que todos conocen como Kurusu Dolores. Es cerca de un camino secundario que lleva a Caraguatay, una de las ciudades más antiguas del Paraguay, a dos horas de auto desde la capital Asunción.

Esa cruz marca la fosa donde fueron enterrados los cuerpos de niños que pelearon y que fueron masacrados en el combate de Acosta Ñú, librado el 16 de agosto de 1869, cuando Paraguay ya tenía perdida la guerra de la Triple Alianza.

Acosta Ñú fue una masacre. Fue un combate por demás desigual entre 20 mil soldados aliados, bien armados contra tres mil, quizás un poco más. Los únicos soldados veteranos conformaban un batallón y el resto ancianos y niños, con anticuados fusiles y cañones de corto alcance. Muchos de ellos combatieron enfermos.

Los mismos brasileños confesaron que había sido un baño de sangre, y culparon al mariscal López, que mandaba a su gente a pelear a pesar de que sabían que iban a una muerte segura.Testimonios recogidos por historiadores señalan que hubo niños que, llorando, se aferraban a las piernas del enemigo, suplicando piedad, y eran degollados ahí mismo.

El resultado fue de dos mil paraguayos muertos y 1.200 prisioneros. Los aliados no tuvieron más de treinta muertos y 250 heridos.Cuando todo había terminado, muchas madres aparecieron del monte, donde habían permanecido ocultas. Intentaron apagar el fuego de los pastizales -que los brasileños habían mandado a quemar- para que los cuerpos de sus hijos no terminasen carbonizados.

El general Martin Mac Mahon, un héroe de la Guerra de Secesión que se caracterizó por la defensa del Paraguay y que denunció los abusos cometidos por los aliados. Cuando ya todo había terminado, recordó en diversos ensayos que publicó en Harper’s New Monthly Magazine en 1870, a “niños tiernos que llegaban arrastrándose, las piernas desechas o con horribles heridas de balas en sus cuerpos semidesnudos. No lloraban ni gemían ni imploraban auxilios médicos. Cuando sentían el contacto de la mano misericordiosa de la muerte, se echaban al suelo para morir en silencio como habían sufrido”.

El mariscal López sería ultimado el 1 de marzo de 1870 en Cerro Corá junto a su hijo Panchito, de tan solo 14 años. Con su muerte terminó la resistencia y Paraguay, devastado, debió rendirse. A instancias del historiador Andrés Aguirre, quien escribió una completa descripción del drama de Acosta Ñú, los 16 de agosto en Paraguay es el día del Niño. No para festejarlo, sino para conmemorar la memoria de esas inocentes criaturas a la que la guerra les había mostrado su peor cara.

Fuente Infobae