Un joven de Encarnación, logró cumplir su sueño de convertirse en médico cirujano gracias a su determinación y esfuerzo. Hijo de un padre olero y una madre comerciante, desde muy pequeño aprendió el valor del trabajo arduo. Con el firme apoyo de sus padres, quienes siempre consideraron la educación superior como su mayor legado, Arturo se graduó de la carrera de medicina.

Sin embargo, su camino no estuvo exento de dificultades. Ante la falta de recursos para financiar su educación, decidió seguir el ejemplo de sus padres y comenzó a vender helados ambulantes por el centro de Encarnación, una actividad que combinó con sus estudios. “Empecé a vender helados Chupa Chups para ayudar a mis padres. En ese momento, no existía el arancel cero y tenía que costear todos mis gastos”, explicó el doctor Alfonso. Además, logró obtener una beca de Itaipú, lo que le facilitó su trayectoria académica.

Desde pequeño, Arturo tuvo claro que su vocación era la medicina, una decisión que mantuvo a lo largo de su formación. Reconoció que ingresar a la carrera no fue sencillo; después de dos intentos, logró una alta puntuación en el examen de admisión, quedando en séptimo lugar en la lista de ingresantes de 2018. “La medicina es una carrera de resistencia y no de velocidad. Se debe enfrentar con responsabilidad y amor”, subrayó.

Agradecido, Arturo resaltó el papel fundamental de sus padres y docentes en su proceso educativo. “Hubo muchas noches sin dormir y sacrificios personales, pero también momentos gratos y compañeros que se convirtieron en hermanos”, compartió el joven.

Ahora, tras su graduación, Arturo está a la espera de la respuesta sobre dónde realizará su residencia médica. Su próximo objetivo es especializarse en cardiología y seguir perfeccionando sus conocimientos para ofrecer un mejor servicio a sus futuros pacientes.

Fuente : La Nación Py