Por Estela Valdés

 

Esta es la camioneta que utilizaron los agentes de la Senad para llegar hasta el Hospital del Trauma, en donde fueron tratados de asesinos por los familiares de las víctimas. | Foto: Walter Franco, ÚH.
Esta es la camioneta que utilizaron los agentes de la Senad para llegar hasta el Hospital del Trauma, en donde fueron tratados de asesinos por los familiares de las víctimas. | Foto: Walter Franco, ÚH.

Cómo si no bastasen las acciones de criminales que mantienen en vilo a la sociedad, se suman las de los agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas, SENAD que en un acto absolutamente irresponsable e irregular  dispararon contra un vehículo particular hieren mortalmente a una menor de tres años quien acuso un impacto de bala en la cabeza, durante un operativo criminal.

El titular de la SENAD Luis Rojas anuncia su renuncia, los agentes involucrados  fueron imputados: pero esto no traerá de vuelta a la pequeña, ni aliviará el dolor de sus familiares; como tampoco borrará la indignación de toda la sociedad, que se siente avasallada por criminales,  y  quienes deberían garantizar nuestra seguridad, persiguen, hieren y matan a miembros de una familia.

Mientras tanto en la frontera; que en la frontera en nuestro país,  los narcotraficantes están tomando el control, sin que tan solo se amaguen acciones que garanticen la seguridad de las personas.

En Pedro Juan Caballero, los criminales se sienten libres de salir disparando sin control en las calles de la ciudad, demostrando su poderío, mientras nuestras autoridades y fuerzas  de seguridad canalizan hacia indefensos su capacidad bélica.

Las personas no tienen hacia donde huir, ni cómo protegerse. Si no son atacados por criminales,  narcotraficantes, son atacados por la Policía o agentes de la SENAD. Estamos viviendo dentro de una historia mal contada, con matices de trágicos.

Llegamos a un punto, que no tenemos hacia donde avanzar, en quien confiar, ni  a quién recurrir.

Todos piensan y manifiestan que nada va a cambiar, que no se va a hacer nada; sin embargo este circo de horror no puede seguir, necesariamente algo se tendrá que hacer, por la simple razón que es imposible seguir viviendo así.

De alguna manera esto debe acabar,  y si las acciones no parten de ellos, deberá partir de nosotros.

Se pudo haber perdido la vergüenza, la cordura, los límites, pero no el sentido de sobrevivencia y algo tendrá que suceder, que sea concreto y definitivo y que garantice la seguridad, la vida y la dignidad de nuestra gente.