Un labriego que vive en esta ciudad manifestó su preocupación por los campesinos que venden sus fincas y se mudan a esta misma ciudad y a otras.
Se trata de Pablo Acosta, quien justamente decidió mudarse en la ciudad en 1990 aproximadamente, debido a los asaltos ocurridos en la zona de Peguajho de este distrito. Dijo que la inseguridad que llegó causó temor a la familia en ese tiempo, y adquirió un terreno en el casco urbano Horqueta, donde construyó la casa.
Su domicilio se encuentra en el barrio Las Palmas, sobre Gral. Resquin casi Ruta V, “Gral. Bernardino Caballero”. Sin embargo no vendió sus tierras, unas veinte hectáreas en la zona, donde actualmente produce frutas de todo tipo: mandioca, maíz y otros rubros de consumo solamente para la familia.
La finca se encuentra en las cercanías de las villas periféricas a menos de dos kilómetros del casco urbano de esta ciudad, a la que se ingresa por la ex ruta V, antes del hospital distrital.
Sin embargo lamentó que muchos campesinos que vendieron sus tierras, precisamente vivan en dichas villas sin fuentes de trabajo, queden en una pobreza extrema y no cuenten con productos para estas fiestas de este fin de año. Sostuvo que por esa razón muchos cayeron en el mundo de la delincuencia en la capital y en casi en todo el país.
Pablo Acosta está casado con Dora Barúa con quien tuvo ocho hijos: siete mujeres y un varón, todos profesionales universitarios. Acosta también es músico y enseña en su casa a niños y jóvenes para ejecutar la guitarra.
Recordó que en los años 60 del siglo pasado integraba el conjunto de los Nativos Horqueteños con Rogelio Carrillo, acordeonista y su hermano Eleno Acosta, también guitarrista.
Dijo que con ellos Desidiero Mieres, bajista y Ti’ilo Mora con el arpa, ambos fallecidos. Manifestó que en aquellos años animaban fiestas folklóricas y festivales que lamentablemente en la actualidad ya no la viven los jóvenes paraguayos, remarcó.
Freddy Rojas/ABC