Por Félix Ramos
(Periodista)
Siguiendo con el desarrollo de la farsa, de final impredecible y con episodios cada vez más apasionantes (para el morbo colectivo) los protagonistas de siempre se pasaron nuevamente con un desempeño que no tiene nada que envidiar a los mejores capítulos de “Laura en América”.
El escenario de siempre, el taquillero teatro de la calle Curupayty y Presidente Franco, fue preparado para el efecto y esta vez el derroche de talento contó con la presencia de mucho público, desde colegas periodistas hasta vecinos inquietos por la situación de las calles, pasando por ciudadanos a punto de ser desalojados de sus hogares y hasta algunos ¨abuelitos impertinentes¨ que suelen aparecer por el lugar.
Todos ansiosos por presenciar un nuevo episodio. Sin embargo, la mayoría de los artistas de la compañía, entre azulejos y coloretes se pusieron de acuerdo en repetir uno de los capítulos recientes, para tratar de mejorarlo, ajustando algunos detalles guionísticos. Esta decisión no cayó nada bien a gran parte del auditorio, ya que se esperaba la inclusión de escenas algo más serias que pudieran cambiar en cierta forma el ya acostumbrado estilo.
Las actuaciones se desarrollaron de manera maratónica, y las horas y horas de repetir escenas dieron protagonismo principal a algunos personajes, como ¨El Camorrista¨ , interpretado por un actor sin muchas luces pero con suficiente pasión escénica, cuyo apellido coincidentemente se asocia a obras similares llevadas a escena en épocas pasadas y recientemente protagonista de la serie “El Presidio”. Además sobresalieron: ¨La Cotorra¨ y ¨El Papagayo¨, interpretados por dos estrellas formadas en una conocida escuela de actuación y cuyos guiones son íntegramente proveídos por la directora de dicha academia que forma futuros artistas con el lema: “Llega alto, sin mirar las cabezas que vas pisando”. También tuvieron buena performance ¨El Hablador¨, interpretado por un actor de muchos quilates conocido por su peculiar populismo, ¨El Leguleyo¨, encarnado por un actor sin mucha trayectoria pero últimamente especializado en interpretar reglamentos internos de la Cámara de Diputados y “El Hijito de Papá”, personificado por un actor que fuera estrella en la obra “La Brújula Perdida”. Quedaron con protagonismo muy secundario, solo con expresiones corporales (levantadas de mano): ¨El Pastorcito¨, representado por un joven artista de reparto, “El Resentido”, protagonizado por un actor de vocación tardía que después de varios casting logró integrar el elenco y “El Cooperador”, considerado por la crítica especializada como la gran revelación del género farsante.
En fin, la obra utilizó de nuevo un recurso muy difundido últimamente: la improvisación, rompiendo los paradigmas. Se desarrolló sin utilizar tradicionales recursos escénicos, como el sentido común, el respeto al estado de derecho o el reconocimiento de la legitimidad expresada por la ciudadanía de manera contundente en las urnas.
El público amante de este género literario quedó muy satisfecho a la espera ansiosa de un próximo episodio, total, los abuelitos y las vergonzosas calles de la ciudad no tienen importancia y los amantes del drama tendrán que esperar porque la mayoría de estos actores no tiene la capacidad ni mucho menos la voluntad de incursionar en ese género.
Y para terminar, es bueno recordar que todos hemos integrado el jurado que calificó el casting para este elenco. Hasta el próximo capítulo