Fue hallado en la calle, herido y sin fuerzas. Nunca se encontró a su dueño, y todo indica que fue abandonado por no “servir más”. Hoy, la Fundación Maris Llorens lo recibe con amor y esperanza.
Con apenas unos meses de vida y una grave fractura en una de sus patas, Rufino fue encontrado deambulando por las calles de Concepción. Su mirada, marcada por el dolor, no impidió que una familia lo vieran en él una chispa de vida que merecía ser salvada.
El rescate no fue sencillo. Rufino necesitó atención médica urgente, cuidados constantes y, sobre todo, la voluntad de un grupo humano que se negó a rendirse. Conmovidos por su historia, vecinos, proteccionistas y organizaciones se unieron para lograr lo que parecía imposible.
A pesar de los esfuerzos por dar con su responsable, nunca se logró identificar al dueño. Se presume que fue abandonado por no serle útil, una práctica cruel que aún persiste en nuestro entorno rural y que debe ser visibilizada.
Según informaron desde el refugio Pro Animal, la historia de Rufino no habría tenido un final feliz sin la rápida y solidaria respuesta de muchas personas, en especial de una familia que abrió las puertas de su hogar para albergar y alimentar al potrillo durante los días críticos, y de un profesional veterinario cuya asistencia fue fundamental para su recuperación.
Gracias a este trabajo en equipo— Rufino hoy tiene la oportunidad de caminar hacia un futuro mejor, rodeado de cariño y cuidados.
Su historia no es la única: hace poco, otra yegua con una pata rota también fue rescatada y enviada a la misma fundación . Estos casos reflejan el compromiso de una comunidad que elige cuidar y acompañar a los animales abandonados por sus dueños. Además, son un recordatorio importante de que ningún ser vivo merece ser descartado.