Edelio Morínigo cumple 600 días secuestrado por el grupo criminal EPP. El suboficial, el primero agente de Policía secuestrado por la banda, amplía su triste marca de ser el secuestro más largo en nuestro país. Para su familia, las esperanzas se apagan.
Roho hese. Luchando, no nos queda de otra”. Doña Obdulia Florenciano intenta demostrar fuerza en sus palabras, incluso a pesar de que la congoja llegó a su domicilio hace ya casi dos años y se niega a abandonar a su humilde familia. Su voz y sus expresiones en guaraní dejan entrever el dolor que la aqueja.
Por momentos, se queda en silencio durante varios segundos ante las preguntas. Toma una bocanada profunda de aire, su voz se le quiebra un poco pero consigue continuar hablando. El dolor es demasiado grande.
Y no es para menos.
Doña Obdulia es la madre del suboficial de Policía Edelio Morínigo (26), quien se encuentra en poder del grupo criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), una banda que comenzó a operar desde hace aproximadamente dos décadas y que estableció la zona norte de la Región Oriental del Paraguay como el epicentro de su accionar, en particular los departamentos de San Pedro y Concepción.
La idea era pasar algunas horas en el monte y cazar uno que otro animal que pudiera servir para el almuerzo del domingo. Al menos esa era la intención con la que el suboficial Edelio Morínigo y un grupo de amigos decidieron ir de cacería el sábado 5 de julio de 2014.
El agente policial nunca se imaginaría que pasaría mucho tiempo sin poder volver a casa.
Mientras se encontraban en las espesuras de un monte de la estancia Macchi Cue de la localidad de Arroyo de Oro, distrito de Horqueta, Edelio y sus amigos se toparon con unos desconocidos fuertemente armados: eran los miembros del primer anillo del grupo criminal EPP, la banda que por aquel entonces mantenía en vilo a todo el país con el secuestro del adolescente Arlan Fick Bremm, el primero que perpetraban en cinco años.
Edelio y sus amigos fueron llevados a uno de los campamentos del grupo y, tras unas horas, decidieron liberar a todos, salvo al joven suboficial de Policía. Cuando dejaron ir a quienes acompañaban al efectivo policial, les dijeron que no debían contar nada y que él les alcanzaría en algunas horas más. Como pasó todo un día sin que volviera, decidieron dar aviso a las autoridades, que volvieron a esperar otro día antes de iniciar las incursiones.
Han pasado ya 600 días desde aquel sábado.
Uno tras otro pasaron días festivos, navidad, año nuevo, cumpleaños, días del padre y de la madre. Arlan Fick fue liberado, el grupo criminal siguió perpetrando atentados y volvió a secuestrar a otra persona, un colono menonita de nombre Abrahán Fehr Banman. Además de ser el secuestro más largo en la historia de Pararaguay -una triste marca que se amplía cada día-, el de Edelio es el primer rapto de un efectivo de la Policía.
Con todo esto, la situación es cada vez más desoladora para la familia Morínigo Florenciano. Así lo reconoce doña Obdulia en conversación con ABC Color. “¿Cómo están doña Obdulia?”, la pregunta nace natural, meramente protocolar, aunque de la interlocutora no se puede esperar una respuesta habitual. “Rohongo hese, che karai (y vamos con ello, señor)”, responde al otro lado del teléfono.
“En manos de Dios, solo él va a saber”. Esa es la respuesta que da la acongojada madre sobre la situación de su hijo a 600 días del fatídico sábado en el que los criminales lo secuestraron.
Como si la angustia por la situación no fuera suficiente, la familia debe lidiar con la falta de información por parte del gobierno. “No nos cuentan más nada”, dice doña Obdulia. El actual comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), había visitado a los Morínigo en diciembre y desde entonces ya no lo volvieron a ver. Algunos camaradas de su hijo, en particular agentes de antisecuestro de la Policía, son el pañuelo de consuelo para ella.
“Espero que siga vivo. Hace demasiado tiempo que no sé de él, pero espero que siga vivo”, indica doña Obdulia, reconociendo que la esperanza de volver a su hijo está, aunque con el paso del tiempo es cada vez menor.
En los últimos meses tuvo la posibilidad de viajar hasta la zona de Tacuatí, a casa de la familia Fehr Banman, cuyo hijo Abrahán también se encuentra secuestrado por el grupo criminal EPP. No pudieron conversar, pero pudo notar el dolor común en aquella familia menonita con la que nunca antes había tenido contacto, pero con la que la une el dolor de la desesperación.
Con la madre de Arlan Fick, el joven que fue “compañero” de cautiverio de Edelio, mantiene contacto constante. La mujer le había llamado incluso poco antes de ser sometida a la intervención quirúrgica que le realizaron en enero pasado.
“Mamá voy a venir a comer mañana, porque el lunes tengo que ir a trabajar”, fue una de las últimas frases que le dijo Edelio poco antes de salir de su casa entre la noche del viernes 4 de julio y el sábado 5 de julio de 2016.
“Al gobierno solo le quiero pedir que nos den un poco de información sobre lo que sepan, que nos den información. Más acción no pueden, porque yo de hecho tengo miedo de pedir rescate porque si mi hijo está vivo puede ser que le maten”, asevera.
El silencio casi cómplice de la zona en la que vive es otro motivo de tormento para doña Obdulia. “La gente no habla por acá, tiene miedo y mucha gente está con ellos (EPP)”, sentencia.
A 600 días, esta madre mantiene la esperanza de ver a su hijo regresando a casa, por el camino de tierra colorada que llega hasta su humilde domicilio, el mismo por el que había salido con la promesa en labios de que regresaría.