Cada 7 de octubre se celebra el Día Internacional del Algodón, un producto que en décadas pasadas fue sinónimo de prosperidad para miles de familias rurales del departamento de Concepción.

La familia se dedicaba a la cosecha (archivo)

Hasta la década de 1990, el algodón constituyó una de las principales fuentes de ingreso para los pequeños productores de la zona. Su cultivo, junto con el del tártaro —otro rubro hoy prácticamente desaparecido—, sostenía la economía campesina y garantizaba la circulación de dinero en las comunidades rurales.

Sin embargo, con la caída de los precios internacionales y las dificultades para su comercialización, la producción algodonera fue desapareciendo paulatinamente. La crisis afectó gravemente a las familias que dependían de este cultivo, que además coincidió con la disminución del valor del tártaro, dejando sin sustento a muchos hogares rurales.

Actualmente, la producción de algodón se concentra casi exclusivamente en el Chaco, donde existen proyectos mecanizados a gran escala. En cambio, la agricultura familiar dejó de explotar este rubro que en su momento generaba empleo para niños y adultos, especialmente durante la época de cosecha.

Se lo conocía como el oro blanco (archivo)

El recuerdo del algodón sigue vivo en la memoria de los agricultores como símbolo de una época en la que el campo era fuente de trabajo, unión familiar y esperanza.