El papa Francisco instó a todos los paraguayos a no perder la memoria y las raíces durante su homilía en la multitudinaria misa realizada en el Santuario de Caacupé. También comparó el sufrimiento de la Virgen de la Villa Serrana con el de la mujer paraguaya resaltando que ambas superaron adversidades.
El papa Francisco durante la homilía en la misa de Caacupé
El papa Francisco durante la homilía en la misa de Caacupé

«Estar aquí con ustedes es sentirme en casa, a los pies de nuestra Madre, la Virgen de los Milagros de Caacupé. En un  santuario los hijos nos encontramos con nuestra Madre y entre nosotros recordamos que somos hermanos», comenzó diciendo el Sumo Pontífice.

Valoró el Santuario de Caacupé por ser parte vital del pueblo paraguayo por un ser un lugar de encuentro, de familia, de agradecimiento, de presentar necesidades y para pedir perdón y volver a empezar.

Durante su homilía, el Santo Padre instó a todos los paraguayos «a no perder la memoria, las raíces, los muchos testimonios que han recibido de pueblo creyente y jugado por sus luchas».

Continuó diciendo que «Una fe que se ha hecho vida, una vida que se ha hecho esperanza y una esperanza que los lleva a primorear en la caridad. Sí, al igual que Jesús, primoreen en el amor. Sean ustedes los portadores de esta fe, de esta vida, de esta esperanza. Sean ustedes los forjadores de este hoy y mañana paraguayo».

También se refirió al Evangélico donde habla de la Virgen María y del desconcierto que tuvo al conocer el proyecto de Dios para concebir a su hijo Jesús y por los sufrimientos que debió  padecer por aceptar la responsabilidad de tenerlo.

Dijo que tuvo problemas desde el propio nacimiento del niño Jesús al no tener un espacio para darle a luz, luego con su huida a Egipto, al exilio, donde tampoco tenía un lugar fijo, ni familia y cuyas vidas corrían peligro para finalmente soportar la muerte misma de su hijo como una de las situaciones más difíciles para una madre.

«Vemos su vida, y nos sentimos comprendidos, entendidos. Podemos sentarnos a rezar y usar un lenguaje común frente a un sinfín de situaciones que vivimos a diario. Nos podemos identificar en muchas situaciones de su vida. Contarle de nuestras realidades porque ella las comprende», expresó.

Esa introducción evangelista sirvió para expresar que la figura de la Virgen también se hizo presente en los momentos más difíciles del pueblo paraguayo. «Este Santuario, guarda, atesora, la memoria de un Pueblo que sabe que María es Madre y ha estado y está al lado de sus hijos», indicó.

«Todos ustedes, todos los paraguayos tienen la  memoria viva de un Pueblo que ha hecho carne estas palabras del Evangelio», sostuvo al tiempo de resaltar nuevamente la figura de la mujer y las madres paraguayas como símbolo de lucha y de esperanza.

Con en otras ocasiones, recordó que la mujer paraguaya, con valor y abnegación, supo levantar un país derrotado, hundido y sumergido por una guerra.

«Ustedes tienen la memoria, la genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su Pueblo. Junto z María, han vivido situaciones muy pero muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe. Ustedes al contrario, impulsadas y sostenidas por María, por su ejemplo, siguieron creyentes, inclusive cuando todo parecía derrumbarse», afirmó.

Los elogios continuaron cuando pidió a Dios que bendiga ese tesón y siga alimentando la fe de la mujer paraguaya, «la más gloriosa de América».

UH