Por: Rodrigo Cardozo Samaniego

Como sabemos, Concepción fue fundada para sostener la frontera de las asechanzas de los portugueses y esos hombres que vivieron durante aquella época, siempre defendieron sus límites y con escasa ayuda de la metrópoli.


El estado en que se encontraba la frontera de la Villa Real a principios de 1810 era bien lamentable. Las milicias se hallaban indisciplinadas y desarmadas como las demás del resto de la provincia.


De siete compañías constaba la milicia de la Villa y distribuidas en los partidos del Saladillo, Belén, Peguajhó, Horqueta, Arroyo Caré y Naranhaty. La guarnición del fuerte de Borbón estaba compuesta de sesenta individuos incluyendo el capellán y la de San Carlos de Apa de cuarenta; y ambas tropas se mantenían forzadas por falta de paga.


A pesar de todo, la Villa Real contribuyó para la defensa contra la expedición de Manuel Belgrano, con dos cañones de bronce y con doscientos jóvenes concepcioneros al mando de Juan Manuel Gamarra, que lucharon en las batallas de Paraguarí y Tacuarí.
Los comerciantes que viajaban desde Buenos Aires y Santa Fe para Asunción, llegaban con rumores, comentarios y ejemplares de diarios sobre los últimos acontecimientos del Plata.

En la Villa Real se reunía un grupo de revolucionarios en la casa del Vicario de la Iglesia Presbítero José Fermín Sarmiento, el cura Nicolás de Ibarbals, el Dr. Manuel José Báez, José Ignacio Viedma, José María Aguirre y el comerciante José de María, quien traía las noticias a la Villa en sus continuos viajes a Asunción.


En la noche del 5 de noviembre de 1810, hallándose en la puerta de la tienda de los hermanos Manuel y Julián de la Villa, Juan Miltos, José Gabriel Benítez, el Vicario Sarmiento y Juan Bautista de Equsquiza; José María Aguirre profirió a voces improperios contra Velazco y sus mandarines, por no obedecer a la Junta de Buenos Aires, que según él, era una “Junta de sabios que sabían lo que hacían”. También criticó duramente al Congreso realizado el 24 de julio pasado..


Esa misma noche Julián de la Villa denunció a Aguirre en la comandancia, siendo apresado el citado por el alguacil mayor José Villagarcía y yendo a parar al calabozo de la cárcel de la Villa, al día siguiente fue trasladado a Asunción donde se le siguió su proceso.
Aquel grupo revolucionario y conspirador, por sus conexiones con el comerciante José de María, respondía a las ideas porteñistas y su mentor fue el cura Sarmiento. A pesar del proceso de que fue objeto Aguirre, las tertulias continuaron realizándose a vista y conocimiento del pueblo en la casa del mencionado cura.


En reunión celebrada a mediados de diciembre del año 1810, José de María sostuvo “…que la Junta de Buenos Aires no podía reconocer a la Regencia por suprema autoridad”, y que su fin “…era liberar de la esclavitud a los americanos”, sosteniendo que Velazco no había dejado obrar al pueblo con libertad el 24 de julio “…en el congreso reunido en el colegio, de si debía o no reconocer a la Junta de Buenos Aires”.


José Ignacio Viedma le contestó “…que dicha Junta al principio parecía que llevaba otros fines…” y “…ella misma dio cuenta de su instalación a la regencia por medio de un enviado y después salimos con que este enviado había ido a dar a Londres, pidiendo auxilios a favor de dicha Junta y contra España”. Terminó diciendo a los demás “Señores: yo no trato de volver más a estas tertulias, pues yo había pensado una cosa y ahora salimos con otra…”.


Una vez rotas las relaciones con los revolucionarios, Viedma viajó a Asunción y denunció a los conspiradores. El gobierno comisionó al abogado de la Real Audiencia José García de Oliveros para que formase sumario y tomase declaraciones a los testigos. En esa oportunidad el gobernador Velazco, solicitó al comandante de la Villa que enviase inmediatamente al padre Sarmiento para prestar declaración.


Consumada la revolución en la noche del 14 de mayo de 1811, el gobierno provisional lanzó un bando el día 28 de mayo, comunicando la realización de un Congreso General a fin de establecer el régimen y gobierno que deba observarse en adelante, cimentar la forma de unión y relaciones con Buenos Aires, debiendo asistir a ella los diputados de las villas y poblaciones, vecinos y principales moradores de la campaña.


La fecha señalada era para el 17 de junio y los diputados Francia y Zevallos daban traslado del bando al comandante de la Villa Real, don Francisco de Quevedo, ordenándole convocar a los vecinos a fin de elegir un diputado para que los represente ante dicho congreso.


La elección se celebró el 8 de junio de 1811, día histórico en la Villa Real, ya que fue la primera votación realizada en Concepción. Hubo dos candidatos: Juan Manuel Gamarra (Héroe de Paraguarí y Tacuarí) y José Miguel de Ibáñez.


Votaron por Gamarra: Mariano Clausel (Diputado Consular), José Ramón Gómez de la Pedrueza (Administrador de correos), Manuel de Irigoyen, Pedro García de Solalinde, Gaspar Rodríguez, José Ignacio Viedma, Pedro Vázquez Romero, Juan Manuel González, Manuel de la Villa, Martín Ibarra, Santiago Caballero, Aniceto Bustos, Fernando Marín, Francisco Xavier Albarenga (Sargento Mayor), Juan Bautista Alomar, Salvador Cruz y la O, Simón Fernández, Gaspar Escobar y don José Francisco Chamizo.


Votaron por Ibáñez: Juan Francisco de Echague y Andía (Capitán), Dr. Manuel José Báez, Manuel de Uriarte, Antonio María Esquivel, Mariano Bogarín, José Antonio Ocampo, Juan Francisco de Uriarte, Francisco Godoy, José Antonio García, Pedro José Godoy, José Rodríguez, Juan Miltos, Gerardo de Ugarte, José Gabriel Benítez, Juan Francisco Ramos, Antonio Paredes, Francisco Alonso Benítez, Pedro José Lezcano y José Romualdo Acosta. Ibáñez dio su voto por José Ramón Gómez de la Pedrueza.


“Y habiendo concluido la votación por medio de los sujetos que fueron citados en la presente acta, y resultar de ellas igualdad de votos, debiendo yo en este caso dirimir dicho acto, soy del parecer y presto mi dictamen a favor de Juan Manuel Gamarra. Tengo a bien se remita esta elección a los señores gobernador intendente, diputado de gobierno y comandante del cuartel general con el correspondiente oficio, para que S.S., determinen esa parte lo que fuese de su superior agrado, sacándose copia legalizada que deberá quedar en el archivo de esta comandancia, así lo proveí y firme yo, el dicho Comandante y Juez Político interino por ante los testigos de mi actuación con quienes autorizo a falta de escribano, y en este papel común por no haber del sellado”. Firmado: Francisco de Quevedo. Testigo: Andrés de Arteche. Testigo: Melchor Cabral.


Los vecinos de la Villa Real respondieron pues, con decidida voluntad al movimiento revolucionario. Las elecciones realizadas con tal motivo constituyen una prueba más, de que el movimiento emancipador no fue un hecho casual, de una masa sin conciencia, sino de la obra de una generación imbuida de ideales de mejoramiento.


El 17 de junio en la antigua casa de los gobernadores, quedó constituida la Junta Superior Gubernativa y para el 30 de junio, la misma enviaba nota a las autoridades de la Villa Real para su reconocimiento y jura.


En la mañana del 15 de julio de 1811 “…comparecieron en la casa de Francisco de Quevedo (ya que la casa del Rey, residencia de los comandantes, años atrás por ruinosa se hizo adjudicar el ex comandante José de Espínola y Peña, de triste memoria), el teniente cura Ibarbals con el presbítero Miguel de Mendoza, el diputado consular, administradores de Correos y Real Hacienda, oficiales militares y demás vecinos, donde con la mayor solemnidad y ternura, juraron ante dios y los santos evangelios reconocer la autoridad de la Junta Superior Gubernativa.

Allí expresaron que no atentan contra ella directa ni indirectamente y propenden a que sea obedecida y respetada. Concluido el solemne acto y estando el capitán Juan Francisco de Echague y Andía a la cabeza de la tropa que en dos alas estaba formada, le mandó Quevedo que hiciese salva la fusilería triplicadamente, correspondiendo a ella la artillería de la plaza en número de veintiún tiros, enarbolando en ese tiempo la bandera del señor “Fernando VII”. Inmediatamente se dirigieron todos los presentes a la “Iglesia matriz”, donde se cantó la misa y el Tedeum en acción de gracias, continuando la tropa con salvas hasta concluido el acto. Por las noches se iluminaron las calles y hubo convites en la Villa”. Actuó como secretario del acto Don Agustín de Zabala.
Una de las primeras medidas del nuevo gobierno, fue el nombramiento de Gamarra como Juez Político y Militar de la Villa Real, donde llegó el 6 de agosto y antes los militares de la plaza y oficiales de campaña, el nuevo comandante tomaba posesión de cargo el día 10 de agosto.


Estos sucesos, evocadores de una época gloriosa, nos dan idea de los días vividos en la “Villa Real de la Concepción”, en ocasión de los acontecimientos de mayo de 1811.

Imagen: El bicentenario árbol de Yvapurû del Padre Sarmiento en la esquina que fuera su residencia en Concepción y donde se reunían los conspiradores; que al decir del Dr. Juan Samaniego: testigo silencioso y que fuera plantado por el mismo cura allá por inicios de 1800. Está ubicada en las calles Nuestra Señora de la Concepción (anteriormente denominada la del Sol) y Alberdi (Estrella).
También dicho paraje sirvió de pagüiche a la soldadesca del General Correia da Cámara cuando la Villa Real fuera ocupada por tropas brasileñas desde septiembre de 1869.